miércoles, julio 29, 2009

EL RESTO DE MI VIDA ENAMORADA.


Como un calendario que nadie tacho el día después, como quien procura avanzar con las manilas del reloj dándole animo para que en su marcha se detenga unos años pero no para todos, para mi. Y quedarme suspendida entre aquella dimensión en la que mi piel no se marchita no por vanidad, sentarme en una orilla del camino y ver desde allí transitar como imágenes no palpables, irreales que juegan a encandilarse en su insuficiencia morbosa y despiadada como ángeles malvados que se robaron los sueños de todos pero estoy por fuera y miro en reversa el tiempo avanzar con pánico porque lo contrario me mataría y no quiero morir, morir en carne, morir. A través de los meses y plasmados en los ingenios de mi subconciencia teorizo:

Hay un universo allá fuera, bien afuera, como a miles de años luz, me vi entre estrellas que centellaban y a pesar de la cercanía no me intimidaron, fue el año pasado estábamos con un grupo de gente con hambre de divinidad, y pasó a exactamente así:

No hacía ni frío ni calor, la noche había llegado derepente, conducía alguien y lo hacía excelente pero aún así sentía miedo, la ruta hacía vicuña es bastante sinuosa como un camino a la perdición era miedo sí pero mezclado con euforia, no habíamos bebido lo juro, no por lo menos la gente que yo conocía, íbamos como a 120kms recuerdo, desde mi asiento el cual compartíamos con tres personas más se podía apreciar un cielo hermoso, unos cantaban un tema de sui-generis mientras otros se pasaban de mano en mano un pito, el olor me tenía chata, el encierro y el codo de un imbesíl se me encajaba en las ultimas costillas y por mas que me acomodaba el muy puto no se movía, se me hizo el viaje una eternidad y llegamos justo cuando pretendía realmente enojarme con ese volado de mierda, mientras la susi me decía “tranquila negra” y bueno yo si estaba tranquila había dormido como tres días seguidos y estaba serena y resignada, ya me había subido y la idea era bajarme y sacarme el olor a todos, tomar mi saco de dormir y escaparme hacia el lugar mas escondido no sin antes recuperar mi mochila que quien sabe donde había quedado, pero era temprano aun y las estrellas estaban casi palpables, no necesitaba el binocular que por no ser mío debía cuidar, cuando descendimos con las piernas agarrotadas y yo con mi costillita dolorida, unos tipos con pinta de gay me preguntaron si me conocían, yo no los había visto en mi vida pero no quise ser tan cortante y aclaré “difícil, soy de Stgo” ellos respondieron que también, y me preguntaron cosas y sí ellos me conocían, me costo bastante trabajo despegármelos y cuando al fin lo hice huí, caminé hacía el lado contrario del observatorio, baje un pequeño cerro extendía mi saco sobre un puñado de pasto bien verde y húmedo respiré profundamente y me recosté de espaldas, un orgasmo tras otro recorrió mi cuerpo de pies a cabeza al ver esta magnificencia sobre mis pestañas, creo que lloré un poco porque sentía húmedas mis orejas, no pensaba en nada hasta que me quedé atrapada en una constelación, aunque por mis antecedentes de gran imaginativa yo ya había dedicado gran parte de mi ocio a inventar formas en el cielo con nombre y todo, pero esta vez era distinto, esta vez las constelaciones existieron esa noche para mi, descubría al ave fénix y no en sus cenizas, la osa mayor es visible en cualquier momento de la noche y en cualquier estación del año pero desde este punto del mundo es una abismo centellante que atrapa mejor que cualquier droga que exista… me deje llevar sumida en el viaje imaginario en el eje de rotación de la tierra y me sentí dentro de la bóveda estrellada en medio de las circumpolares, sentía frío.

Como sumida en una irrealidad fascinante contemple a años luz la tierra y desde allí pude observarlo todo como interrumpida en el tiempo divagué emociones tan fuertes que sentía que mi pecho iba a explotar en pequeñas partículas de polvo, me fragüé una realidad allí y perfectamente ante mis ojos inyectados de lagrimas pudieron haber transcurrido sin problemas años, centenarios y volví, sentía mis manos hinchadas incluso antes de tratar de empuñarlas y me quedé quieta y viví, luego que todo se tornaba otra vez real sentí como mi vida había cambiado, sentía los pulmones purificados y cuando me hube puesto de pie, levanté mi saco de dormir y descubrí que aquel pasto verde en el que me tendí ya no estaba y en su lugar había un cúmulo de colores violeta en distintas tonalidades, pestañeé para corroborarlo y me agaché para tocarlo, era una especie de hielo en donde se reflejaba la luna, me quedé unos momentos más ni siquiera ideé una explicación, solamente me conformé con vivir esta experiencia tan mágica que me mantiene hasta hoy y por el resto de mi vida enamorada del cielo sideral.