miércoles, septiembre 30, 2009

En Primera Persona Singular.

La prisa se hizo dueña de mi boca que junto a la tuya no tuvo más providencia que la de las aves nuevas, nunca se sabe si llegaran a adultas si el clima no es favorable, nacimos a penas con un par de instrucciones, sucumbimos sin penas cuando estamos llenos de ellas.

El recuerdo insiste en levantar (te)… en levantarme y partir, regresar a penas con el recuerdo. Pero el olvido siempre gana, y en la lucha desesperada la condicionalidad que le da mi razón, en la incondicionalidad de mi absurdo, en un mundo donde las torpezas no pagan impuestos ni reciben justicia… se pierde y se olvida… y de ser así estaría en quiebra yo y varios insalubres más, pero tu no solo porque no te quedaste con recuerdos, los hombres como tu no sirven para eso, nunca te di ni pediste motivos para mi calma frente a tu boca eufórica que me apuraba a vaciar los besos que te llevaste tan lejos y que de seguro ya ni recuerdas. Estas lejos, no obstante la distancia es solo eso: intervalo, pausas, descanso y estarán ahí siempre despedazando y delimitando, alejando y deteniendo (en primera persona singular).

Recuerdo cuando jugábamos a conocernos, teniendo en cuenta el trabajo que nos llevaría días más tarde reconocernos, fue tan sencillo como elevar mi alma intentando ver la tuya desde otra perspectiva como si eso hubiera bastado para aliviarme, tener una coartada para cuando quisieras mostrarme un cambio, una variante de ti, pero queriendo llevarte la delantera, me quedé muy atrás… mostraste los cambios cuando me fue imposible mostrarte mi coartada, cuando ella no servía de nada.

Y nos perdimos, un silencio se apoderó de tu esencia un silencio que no comprendí entonces y que me ha hablado tan claramente hoy que no veo motivos sólidos para seguir guardando aquella coartada de mierda, solo guardo el recuerdo en blanco y negro de algunos besos (que fueron de verdad) y de los juegos que inventamos para no reconocernos más, (que fueron de mentira).

PD1: Algunas cosas aun te siguen trayendo de vuelta. (En mis desvelos)

PD2: (En mis sueños) ya no estas más.

miércoles, septiembre 23, 2009

Ojos y Tonta. (Divas y Tontos)

Escribir para explicarle, eso planeaba hasta que me di cuenta que él jamás iba a entender nada, no por lo menos de la manera como yo explico las cosas y ¿Qué remedio hay? Supongo que ninguno, él no entenderá pero yo si que escribiré porque si alguna vez en su vida decide poner mas atención al fondo y no a la forma, quizás nos volvamos a encontrar.

Escribir para exteriorizar, aunque nadie entienda y peor aun aunque nadie lea, escribir por solamente vaciar, para sin otro motivo volver a llenar o rellenar que en verdad es de lo que se trata todo.

Es curioso analizar los hechos cuando solamente guardas una visión caricaturesca de ello y más todavía, si repites las acciones una y otra vez desde el inicio tratando de no faltar a la verdad.

-Play-Tonta estaba sentada sin mirar de verdad nada, oía otras conversaciones como suele hacerlo, a lo lejos unos ojos nada de importantes, observándola husmear sin saber siquiera si lo hacia o no, por su mente corría el universo que hacen dos personas hablando de nada importante pero mirándose con verdad a los ojos, parejas que suelen terminar enamoradas. Tonta con cara de estúpida tratando de seguir oyéndolos a como fuera lugar, eso lo hacía para llenar un poco el vacío de no tener qué hablar, aunque pocas ganas de hablar tenía, un cigarro tras otro, un sorbo de la porquería de ron que venden en los “happy hours”, y aquellos ojos que luego de tanto rato logró advertir sin el más mínimo interés en ello.

-Ummm no, ¿a quién le quiero mentir?.
-Play-, -otra vez- El tipo que charlaba entusiastamente con la pelo/rojo forzado, le insistía en que la había visto antes y ella de cara redonda meneaba su roja cabellera riéndose como si fuese la única estupidez que sabía hacer bien. Tonta prestaba oídos desde la mesa conjunta porque no le creía ni una palabra al tipo, puesto que a ella esas mismas frases se las habían dicho tantas veces pero que a diferencia de otros tipos, este sonaba un tanto menos astuto, era menor por cierto. A la distancia, Ojos trataba insistentemente de que Tonta lo viera, Tonta ya lo había visto pero se hacía la que no sólo por llamar más a su atención y entonces.

-Mmmm, bien, sé que puedo-
-Play- Tonta se puso más tonta y comenzó a devolverle las miradas y dejó de prestar atención a la pareja de la mesa del lado que después de pocos minutos se comían a besos y luego/luego se marcharon sin que Tonta/Tonta los volviera a ver más en su vida/vida.
Tonta ahora sin mas entretención que la de Ojos, le brindó más atención al ron que por cierto conforme más bebía más rico se ponía, Ojos, (la cara, el tronco y todo el cuerpo de él para acortar más el cuento) se acercó a Tonta, Tonta se puso nerviosa y tomó la cajetilla de cigarros notando que no quedaba ninguno, Ojos llegó hasta la mitad de su caminó y se devolvió, Tonta se calmó, Ojos la miró nuevamente desde su silla y de ahí no se movió más, tampoco Tonta hasta que decidió luego de titubear un rato yse paró, caminó hasta la barra para comprar cigarros, fue entonces que Ojos se acercó también a la barra, Tonta pidió cigarros, pagó cigarros volteó de prisa y chocó con la figura completa de Ojos, se disculpó, enrojeció, entorpeció, Ojos rió levemente sin brindarle la pasada, Tonta se agravó aun más y casi de un grito le pidió permiso, Ojos accedió pero al moverse a un costado Tonta quedó paralizada y se volvió a disculpar, a enrojecer, a entorpecer una vez más, entonces Ojos le pidió permiso para acceder a la caja a comprar, Tonta rió sin sonido y al fin pudo moverse, Ojos también rió sigiloso.

-Lo que viene después es más patético aún que la historia misma-.
-Play- Ojos le preguntó a Tonta si quería servirse algo para beber, Tonta asintió con la cabeza observando de reojo hacia su mesa, Ojos compró un par de tragos he invitó a Tonta a su mesa la cual estaba repleta de otros ojos, Tonta pensó que no era atinado ir ahí y le propuso la suya, su mesa estaba plagada de otras tontas, pero era más cómoda para Tonta y Ojos acepto irresoluto, al llegar ambos a la mesa las otras tontas un poco extrañadas se hicieron las más tontas y Tonta agradeció el gesto, al cabo de unos momentos y por razones casi inexplicables otros ojos (camaradas de Ojos) fueron llegando de apoco a la mesa de tontas, las cuales gustosas fueron cediendo espacio, espacio y conversación, la cosa se puso entretenida porque tontas llevaban la delantera en desenvoltura, Ojos y otros ojos fueron haciendo parejas individuales con Tonta y otras tontas, al cabo de unas horas y ya estando empatados cada pareja fue haciendo lo que hacen siempre ojos y tontas… y así trascurrieron los días, ojos y tontas fueron conociéndose y citándose para encontrarse en nuevas noches, hasta que llegó el momento en que tontas y ojos se despidieron prometiendo volver a verse en un futuro próximo.

-Esta es la parte más ilógica, si es que alguien le encuentra lógica a este absurdo-
-Play- En el intertanto que Tonta muy ilusionada volvería a ver a Ojos, otras tontas y otros ojos fueron perdiendo un poco el entusiasmo, pero Tonta fue ganandolo. Al llegar aquel ansiado momento, tontas bailaban en un pub, lugar de la cita. Ojos y otros ojos llegaron con un atraso considerable por razones considerables, pero a esas alturas Tonta y otras tontas no estaban en condiciones muy formidables que digamos, Tonta estaba feliz de verlo no obstante Ojos ya no era él de antes, Tonta al no ser en verdad tonta lo notó y por lo mismo siguió el juego de Ojos, las otras tontas y otros ojos bailaban felices, mientras Tonta y Ojos se besaban todo el tiempo, luego y como es obvio, Tonta y otras tontas se fueron, dejando a Ojos y otros ojos pero solamente para dormir, al otro día volvería a reunirse.

-Esta parte debería ser censurada, pero ni tonta-.
-Play- Al caer la noche Tonta y otras tontas convertidas en divas acudieron al encuentro, Ojos y otros ojos convertidos en tontos, también. Diva y otras divas seguían llevando la delantera en frescura maravillando aun más a Tonto y otros tontos, hablaban y reían, Diva y Tonto buscaron intimidad y la encontraron.

-Atención, Por motivos que luego entenderán, Diva me ha solicitado no ser tan explicita en mis expresiones, pero de igual modo se entenderá la idea-.
-Play- Diva mientras mordía los labios de Tonto, notó una falencia en Tonto y Tonto procurando una mayor expresión se apresuró lo suficiente como para que Diva mantuviera un tiempo razonable la expresión de desencanto en su rostro, Tonto no se disculpó y Diva no creyó necesario tampoco que lo hiciera. Volvieron donde estaban divas y tontos riendo felices, procurando naturalidad, otras divas en cambio fueron a ocupar la misma intimidad pero a diferencia de Diva volvieron contentas de verdad, otras divas siguen en relación aún con otros tontos, mientras que Diva recuerda con nostalgia sus tiempos de Tonta, sin aún poder olvidarse completamente de Ojos.

martes, septiembre 22, 2009

Columpio.

El columpio era un verdadero desafío y subir a ellos aun más. Eran los domingos, bien lo recuerdo porque era el día de paseo oficial, las mujeres de mi familia solían sacar a sus hijos a jugar mientras ellas aprovechaban de charlar de partos y guaguas y reír bajo el amparo de un noble y viejo árbol, la vieja locomotora Arica-La Paz lucía reluciente al costado izquierdo del gran parque centenario y la feria de las pulgas de los extranjeros (Bolivianos y Peruanos), justo en frente donde corríamos la manada de niños, entre los cuales mis dos sobrinas, sus hermanitos que eran menores y por ello menos estimados por nosotros, mi primo mi hermano y yo, grandes bolsas de pululos y mercochas provenientes de Tacna nos hacían acumular más energía dispuesta a ser gastada corriendo y saltando y por supuesto compitiendo para asegurar un buen turno para los columpios porque desafortunadamente escaseaban por los menos los que estaban en buen estado, las mujeres ocupadas todas en sus extensas y privadas conversaciones poco ayudaban en ese sentido, puesto que cuando llegaba el turno de alguno de nosotros nunca nadie nos ayudaba en el agotador estimulo para darnos vuelo, entonces ahí nos sentábamos quizás cuanto rato hasta que alguien con prisa para ocupar aquel lugar se apiadaba de nuestras piernas cortas y nos daba un empujoncito y a la pasada nos apuraba, yo que era bastante mas hábil que el resto solo me bastaba aquel empujoncito para lanzarme y ahí me quedaba mientras aquellas caritas tristes y taimadas lograban que mamá se saliera de la tertulia y me bajara y en conjunto con ello me retara, eso ocurría siempre.

Años después en una bonita tarde de paseo de curso al parque, no me llamaba tanto la atención columpiarme, pero hubo un hecho que hizo que jamás se me olvidará el vértigo y la ansiedad del vaivén y del aire reventar generoso en el rostro en lo más alto, del Parque Centenario, de las mercochas, de los domingos y de toda una niñez esperando mi turno para el columpio incluyendo los retos posteriores y de todo un cúmulo de hechos que fueron bordando mí niñez… mí historia.

Cuando se esta en aquella edad en que los colores se suben al rostro por todo y por nada, cuando nacen esas raras sensaciones, los espasmos en la guata, las manos sudadas y torpes, todo aquello que nace de pronto y que no se olvida jamás justo ahí, tres años compartiendo la misma sala de clases, cada mañana… nada comparado al verle tomar el columpio y ofrecérmelo, sin turno de espera, sin la mirada inquietante de los niños de mi familia, sin mamá objetando mi demora, solo él, el viejo columpio y yo. Me subí cuidando que mi vestidito quedara atrapado firmemente entre mis piernas para no dejar ver mis calzoncitos de monitos y él por detrás empujando cuidadosamente el columpio… cada vez que este llegaba hasta él me susurraba un secreto, “Sabes? Me gusta una niña…”, “es muy bonita”…”va en mi curso”… El vértigo estaba siendo multiplicado por mil, hasta que me dijo que pololeara con él porque yo era la niña de la que me estaba hablando. Le dije que no y mas encima me enojé (típicas reacciones de chica).

Meses después me vine a vivir a Santiago y no lo vi más, era él niño que me había gustado tanto tiempo, pero la ansiedad el vértigo y mis precarios doce años no me hacen olvidar aquel momento.


PD: Al final, unos días antes de irme de Arica, nos dimos un beso… lo único que sabía en esos momentos era que tenía que cerrar bien los ojos y también la boca (me lo había enseñado mi mamá) después supe que no era la forma correcta, años después, claro.

domingo, septiembre 20, 2009

Allá, acá, ella, él.

No me imaginaba que era lo que estaba pasando allá. No sabía que era lo que me estaba pasando a mí acá, ni a ella ni a él, ni a ellos, aunque a ellos le pasaba creo lo de siempre. Porque ellos si que son predecibles, predecibles y simples… pero hablo de esa simpleza que solo te la puede dar la nobleza y la pureza.

A ella le pasaba un poco lo que a mí, pero ella a diferencia de mí, la paciencia y la entereza de un suspiro, una mirada de armadura y compresión y una sonrisa para acompañarme ni siquiera dándose cuenta cuanto es que aquellas tres cosas me podrían sostener tanto. A ella creo conocerla y por ello entenderla, porque miro a sus ojos y ahí me reflejo y me veo tan linda en la mirada que me devuelve, aquellos ojos son su alma, en cuya alma hay para mi el reflejo de mi yo más autentico y desnudo, mi lado mas simple y por cierto el más oculto quizás porque razón.

Y él… bueno de él si que podría escribir mucho, pero ¿para qué escribir tanto si una sola palabra lo abarca en todo su contexto? “AMOR”.

Allá. De allá si que no sé ni entiendo nada y me inquieta, no me amarga ni me cambia el animo, simplemente me inquieta y por ratos me distrae y quién sabe lo que de verdad este pasando allá y ahí en esa mente que poco piensa… y que por ser así más me inquieta en realidad.

¿Qué pasa acá? Aquí pasa mucho, entre recuerdos de corto y largo plazo, ansiedades, inquietudes, escalofríos, risas, penas, chistes, celebraciones, brindis, Barceló, Escudos vino blanco chirimoya, helado, carnes, verdades y mentiras. Que gran bifurcación puede nacer de la mezcla de estos sustantivos emotivos y la mezcla gramatical que resuelve mi entendimiento que aunque entienda y no demarcan mi naturaleza.

Duda, convicción, simpleza y AMOR, en desorden claro, nunca mis prioridades las enumero como corresponden pero bah! Es culpa de la disociación del tiempo del recuerdo y de hoy.

martes, septiembre 15, 2009

Libertad.

Tras la avalancha de interrogaciones, me sucedió un silencio sentencioso que duró el tiempo necesario para percatarme de que la simpleza de algunos que se burlaban secretamente de las caras de los terceros que de manera poco sigilosa iban cambiándole el nombre a los recuerdos y a los hechos que se esmeraban en adornar, era sencillo cerciorarse que en la intimidad las personas podemos mostrarnos desnudas en el contexto animal o mejor definición y más exacto sería “bestial”, buscándole faltas no capitales y no fundamentadas por la gracia divina, aunque en la tierra no quepa lo divino, no al menos en el encierro casi subterráneo en la que nos encontrábamos, nadie podía entrar ni salir no por imposición más si por temor, pero no aquel temor físico al atravesársele a uno un nudo en la garganta, era más bien un tema de desconfianza y de tormentos, salir airoso ante una situación que armada o no estábamos fervientes de aliviar, alivio que no llegaba jamás y cansancio mental que nos madrugaba y despertaba cuando un aire de sueño nos quisiera salvar del estado amorfo, la habitación que si bien es cierto era bastante cómoda en términos de calefacción y blandura, nos estaba achurando los pulmones de nicotina, monóxido de carbono y tristeza que se había estado acumulado por días, no sé cuantos días y no se cuantos cigarros me había fumado pero no era importante, no escaseábamos de aquello. Ni de vicios ni de tristezas.

El silencio se transformó en algo más punzante, las horas nos estaban transformando en algo tan monstruoso que me daba miedo tan siquiera ver mi rostro reflejado en el resplandor que llegaba al ventanal desde alguna luminaria próxima y aunque me costó permanecí sentada y corrompida en la silla junto a la escala de tres peldaños que a ratos me hacia imaginar en la penumbra mi saco llenos de aquellos pecados no capitales por lo cual me estaban haciendo responder, objetar, salvar, cobijar y por ultimo y a modo de acortar la noche, justificar. Yo sentada ahora sobre el primero de los escalones (tratando de tapar mis supuestas culpas), observé que poco faltaba para llegar a mi turno y aunque quería razonar respecto mi defensa, no podía tenía el malgastado proverbio de la no planificación, pero el señor del abrigo largo y sombrero negro tipo gangster, que no paraba de insultar a todos y de fumar un puro que no se terminaba jamás mientras insultaba la dignidad de aquella señorita que no dejaba de llorar silenciosamente, como un hada… cuando era niña imaginaba que las hadas lloraban de celos al ver a las princesas “felices por siempre”, pensaba que el escritor de cuentos omitía aquel final tan solo para no agraviar más a la pequeña frágil y envidiosa criatura llena de cinismo. Entonces, me imaginaba que esta señorita era un hada por cuyos ojos corrían lagrimas de cristal que atravesaban sus mejillas sin siquiera mover el mas minúsculo de sus músculos faciales, ella rogaba perdón y me imaginaba que sus culpas eran la envidia que al igual que yo el gran señor del abrigo largo lo había notado, ¡que gran mentira!, la envidia si es un pecado capital según la mayoría. Por lo demás las princesas no son felices de verdad, se lo quería decir pero nadie se podía aproximar a ella. Entonces yo que comparaba mis culpas con las de la señorita/hada/llorona, me obligaba a mentirme y a tratar de justificarme y finalmente a auto/culparme “sería por mi bien” mascullé, y un tipo que no se separaba de la puerta de entrada que era a su vez la de salida se me aproximó, tenía unos ojos preciosos, los cuales no había visto hasta entonces, sin que nadie lo notara me entregó una llave pequeña, como aquellas que celan las alcancías que de niña coleccionaba vacías todas pero de hermosos dibujos y colores. No me dijo nada, una llave… rozó brevemente mi mano y se detuvo una milésima de segundo en la punta de mis dedos, me estremecí por la brevedad y la intensidad, la empuñé con confianza y me percaté que desde hacía años que no sentía confianza en algo o alguien, el retornó a su punto y yo al mío, la confianza. Ahí yacía mi liberación supuse, mi argumento y mi estrategia, no era tan complicado valerme de una palabra tan solicitada por las mujeres y ciertamente aquel que indultaba era hombre y esperé… esperé tanto que entre medio pude divisar aunque fugaces los ojos de aquel celador impecable que me rehuía su bonita vista.

Éramos aproximadamente veinte entre hombres y mujeres, en su mayoría hombres, estaba el hada que de hecho nunca dejó de llorar, una anciana de cabellos largos blancos y enredados que vestía cual si fuese una adolescente, dos hermanas similares físicamente que atadas a sus manos había podido dormir bastante más que cualquiera de nosotros, y otra que en realidad no parecía mujer pero lo era, y yo seis, los demás eran hombres, el señor de la voz desgastada de tanto aspirar aquel puro, unos otros que le acercaban las carpetas en cuyos lomos insertados estaban nuestros nombres, y aquel, el de los ojos lindos que por cierto no me devolvía la mirada que tanto ansiaba yo para terminar las inseguridades que de paso el mismo había comenzado a sosegar.

Llegó mi turno y caminé deprisa a una especie de estrado, la carpeta en cuyo lomo reposaba mi nombre, fue aproximada con una afabilidad que yo misma no reconocía a la distancia, mis ojos bien abiertos observando con extrañeza el ritual del interrogatorio, la voz no parecía tan desgastada desde cerca, tuve que empeñarme en oír mis deterioros y reconocerlos no porque los aceptara sino por que ciertamente todo aquello correspondía cabalmente a mi historial y como una línea de tiempo me fue entregada la persistencia de mis días vividos en unos pocos minutos, del suelo que era completamente alfombrado comenzaron a nacer unas lenguas, largas y rosadas que lamían mis zapatos, sentí asco y repudio e intentaba alejarlas pisándolas fuerte, eran muy ágiles y una de ellas logró sostenerme fuertemente, entonces ante mí apareció una pequeña arca en cuya superficie y tallado impecablemente decía “¿para qué necesitas albedrío?” ¿Esa era mi pregunta?, ¿la que me tocaba responder? Sí, me dijo el señor del abrigo y antes de hacerlo miré fijo a los ojos del interrogante y él me devolvió una mirada de aceptación, cogí con ambas manos el arca, recordé la llave. El señor del abrigo había terminado su puro pero olía a tabaco intensamente, posó su mano en mi hombro y pesaba y pesaba tanto que me desesperé pero aun así lo permití porque a la vez iba absorbiendo mi carga, cuando hubo retirada su mano, lo comprendí todo.


El castigo de los seres humanos, son sus propias conciencias, nada hay que nos dañe más que nuestros propios conceptos de la maldad y el castigo nuestro propio convencimiento… nuestros limites, destrucciones, todo es marcado primero en nuestras mentes, no hay nada que nos haga mas daño que nosotros mismos. La mente es capaz entonces de destruir relaciones, de formular la envidia, de maldecir nuestra propia suerte y esa es nuestra libertad… ahí mismo en nuestro mas vergonzoso interior, esta nuestra más repugnante libertad.

lunes, septiembre 14, 2009

¿Moraleja?...

Había una vez un hombre que tenía poca experiencia en el amor, aunque a decir verdad no se necesita mucha experiencia para ello. Este hombre usaba algunos dones que al nacer recibió, no eran dones muy apreciados por los demás, pero eran sus armas para enfrentar la vida, y los conocía tan bien que los manejaba con destreza y fluidez, gracias a esto este hombre aprendió a caminar por la vida y a defenderse.

Un día siendo muy joven conoció a una mujer, ella al igual que él poseía los mismos dones, ambos lo percataron pero así como lo hicieron también sintieron un gran desafío, la mujer era sin lugar a dudas un tanto más experimentada en el amor, aunque para ello en realidad no se requiera mucha experiencia. Compararon sus armas, él sintió una especie de admiración y ella que tenía algo más de camino que él, se sintió dominante. El instinto comenzaba a desplazarse entre ella y él, sucedieron los hechos. La lucha fue mitigando la admiración y el dominio preparó el camino para la victoria aunque para el amor, la admiración o el dominio no sirvan de mucho.

Al pasar el tiempo, no mucho tiempo, ambos conocieron una nueva faceta de los dones recibidos, uno por un lado se percató de qué si bien es cierto el camino andado te da confianza y experiencia para seguir andando, la experiencia de conocer el dominio era más excitante y los dones se fortalecían más y ella por su cuenta reconoció que sus dones al ser símiles al de él perdían la riqueza al ofrecerlos. Ella al verse revelada en la autenticidad de su contexto, olvidó que para el amor no era muy oportuno mostrarse con aquellos dones que al ser un tanto reprobados por los demás seres humanos, serían también, repudiados por él, quien no mostró jamás sus dones ante nadie, ya de ante mano conocía de sobremanera el rechazo que estos provocaban en los demás y para ello no necesitó más camino que el que ya había andado.




PD: Quedará alguna enseñanza para la pseudo Escritora?




(A veces cuando se tiene en frente un espejo de sí, poseer los instintos de Narciso es un arma de doble filo… ilustro mi patetismo)